Letras de cambio: Domingo de Norzagaray

Letras de cambio: Domingo de Norzagaray Jose Antonio Castellanos 11 de noviembre de 2023
Letras de cambio: Domingo de Norzagaray
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Introducción al estudio de las letras de cambio

Las letras de cambio son documentos que, salvo de manera anecdótica, no tienen la misma atención que los billetes por parte de los coleccionistas. Una letra de cambio, sobre todo las modernas, carece de estética y se ha convertido en un documento totalmente funcional y algo anticuado.

Sin embargo, hace más de un siglo, las letras de cambio eran un medio de pago más. Y las emitidas por el Banco de España eran realmente bonitas. Pero no sólo aquellas producidas para el principal banco de la nación eran de cuidada factura. Incluso en los cien años anteriores, el diseño de las letras de cambio se había cultivado con cierto primor, no faltando ejemplos de los mismos artistas que grababan otros documentos de mucha mayor relevancia como los Vales Reales.

Pero en esta ocasión el acercamiento al tema no viene por lo artístico. Ya habrá tiempo de eso. Ahora mismo quiero llamaros la atención de algo mucho más mundano: quién firmaba y a quién iban dirigidas las letras de cambio. Identificar los firmantes, saber algo más de su vida y llegar a entender, en algunos casos, el porqué de estos documentos, puede ser una fuente de satisfacción nada desdeñable.

Letra de Cambio, 1829, Domingo de Norzagaray (Anverso)
Presentación de la letra de cambio de Norzagaray de 1829

Esta letra de cambio fue impresa por litografía en la Librería de Millana de Madrid. Fue emitida el 1 de junio de 1829 por Domingo de Norzagaray a sí mismo (ya hablaremos más delante de eso) a dos meses vista por un importe de 2368 reales de vellón y dirigida a Mateo de Murga y Michelena.

El diseño a la izquierda muestra a un dios Neptuno desnudo portando un tridente con su mano derecha mientras que con la izquierda señala a un barco dibujado más arriba. Está claramente enseñándole el navío al otro personaje, Mercurio. En resumen, es una alegoría del comercio marítimo.

Pero, ¿quién era cada quién en este documento?

Letra de Cambio, 1829, Domingo de Norzagaray (Reverso)
Librería de Millana

Manuel Millana fue un modesto encuadernador madrileño del que sabemos que colaboró, al menos, entre 1776 y 1810 con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Millana sería seguramente su encuadernador de confianza, ya que recibió importantes encargos, entre otros los propios Estatutos de la Academia. También trabajó para la Real Academia Española tras la muerte de Antonio de Sancha en 1790.

Su taller y librería se situó en la calle de la Zarza en 1789, en la calle del Correo Viejo entre 1791 y 1794 y después en la calle Preciados, número 3. La calle de la Zarza se cegó con la ampliación de la Puerta del Sol (antiguamente barranco de la Zarza; de ahí el nombre de la calle) y actualmente está ocupada por dos edificios, uno de ellos El Corte Inglés. Vemos que este obrador librero se situaba en pleno centro de Madrid. En la bibliografía se habla de que la librería era de los hermanos Millana: Manuel, Miguel y Lorenzo.

El establecimiento de Millana tuvo mucho éxito a finales del siglo XVIII y principios del XIX. La famosa “Guía de Forasteros” debía ser uno de sus productos estrella, pero también hay referencias a muchos otros libros de diversa temática. Como era habitual por entonces tendría un taller de impresión dedicado a producir documentos tales como letras de cambio, tarjetas de visita o membretes. Tal fue el éxito de esta librería que al menos se conoce que tuvieron dos establecimientos abiertos a la vez, uno en la calle Preciados y otro en la de Alcalá, se supone que cada uno regentado por un hermano.

En relación con esta letra de cambio, puede que fuera Lorenzo el responsable de su producción, ya que Miguel murió en 1797 y Manuel en 1812, sin conocerse datos de la muerte del primero.

Plano de Teixeira (calle de la Zarza)
Domingo de Norzagaray

Por su parte, Domingo de Norzagaray fue un alavés nacido en Llanteno, que emigró a principios del siglo XIX a Madrid. En 1814 estaba establecido en Aranjuez, donde dirigía un comercio de tejidos. Por aquellas fechas su riqueza ascendía a algo más de cuatrocientos mil reales. Entre 1823 y 1833 comenzó a proporcionar crédito a diversas empresas madrileñas en lo que constituyó una larga relación otras casas financieras, como las de Bárcenas, Falcó, Miqueletorena o Chávarri. Con los beneficios logró adquirir su primer edificio en Madrid en 1830.

Amigo de Mendizábal, Norzagaray era poseedor de un gran número de títulos de deuda pública, que no dudó en utilizar para enriquecerse con la famosa desamortización de 1836-1841. Dicho de otro modo, ganó propiedades rústicas y urbanas pagándolas al diez por ciento de su valor, gracias al apaño de su amigo. En 1836 y 1837 adquirió de tal manera tres casas en Madrid por un valor de dos millones de reales. Entre 1845 y 1846 compró varias fincas en Jaén. Llegó a alcanzar los honores de la orden de Isabel la Católica y de su nombramiento como caballero de la de Carlos III.

Norzagaray murió en Aranjuez en 1856 y dejó una herencia de casi 26’5 millones de reales a sus cuatro hijos: José, Casilda, Manuela y Tomasa. Las dos últimas se habían casado con los Chávarri y los Bárcenas. Casilda emparentó con el I Marqués de Romero-Toro, senador vitalicio (1867-1891).

Sin embargo, el hecho más relevante de la vida de Domingo de Norzagaray para el aficionado a la notafilia es que fue uno de los fundadores, en 1844, del Banco de Isabel II. También figura su nombre como síndico del Banco de la Unión en diversos pleitos relacionados con el desastre de ese banco, entre 1848 y 1854.

Esquela de Domingo de Norzagaray
Mateo de Murga y Michelena

El también Llanteno Mateo de Murga y Michelena (Michilena escrito en la letra de cambio) nació en la citada población del valle de Ayala en 1804. Emigró en 1822 a Madrid para ayudar en el negocio de su familia materna, bien asentada económicamente. En 1829 fundó la Casa Murga, su propio comercio de frutos coloniales (principalmente azúcar, cacao, trigo, pimienta y clavo) y casa de banca con corresponsalías en otras plazas españolas y extranjeras. Podías llevarte una bolsita de especias y cobrar un cheque a la vez, qué más se puede pedir.

Años más tarde invertiría en diversas fábricas hasta llegar al punto de levantar la suya propia, una de bujías de cera y jabón bajo el nombre de Nuestra Señora del Carmen (calle de Bravo Murillo, 1). Su hijo José continuaría en ella hasta 1890. Pero ahí no quedó la cosa, ya que en su última década de vida creó, junto con otros empresarios madrileños, varias compañías de seguros, bancos, comercio, imprentas, alquileres de coches, pósitos, baños, etc. e invirtió en ferrocarriles, minas y traída de aguas.

Fue un personaje obsesionado con la tecnología y la modernización del mundo agrícola e industrial. Pionero en el uso de la máquina de vapor en sus empresas, fomentó entre sus hijos el conocimiento de los idiomas. E incluso se dio al espionaje industrial para estar al día de las tecnologías más punteras del momento.

Pero además, su militancia en el Partido Progresista le llevó a ser comisionado del Crédito Público en 1838 y diputado por Toledo desde 1840 a 1854. En 1840 ingresó en la Real Orden de Carlos III. Su posicionamiento y cargos políticos le llevaron a obtener contratos de abastecimiento al ejército y a hospitales madrileños. También se encargó de las recaudaciones de la contribución en varias provincias. Y, por supuesto, y a imagen de su seguramente amigo Norzagaray, también se benefició en la compra de bienes desamortizados.

Murió en 1857 en Aguas Buenas (Eaux-Bonnes), un precioso pueblo pirenaico francés. De entre sus hijos, el más sobresaliente sería seguramente José de Murga y Reolid, al que ya hemos visto por la fábrica de velas y quien se convirtió en 1873 en el I Marqués de Linares y I Vizconde de Llanteno. También fue senador.

Pero tan famoso es José de Murga, que para quien pase por la plaza de Cibeles, sigue viendo la que fue su casa, el palacio de Linares, que también aparece en la notafilia española, en el billete de 10.000 pesetas de 1992. ¿Recordáis los episodios fantasmales del palacio? Pues bien, según cuenta la leyenda, sería el propio José, su mujer Raimunda y Raimundita, la supuesta hija asesinada (por ellos) de los marqueses.

Su hermano Juan Antonio de Murga y Michelena fue consejero del Banco de España.

Palacio de Linares
Relevancia de la letra de cambio

El importe de esta letra de cambio no es lo relevante en este caso. La letra nos habla de un pago de Domingo de Norzagaray a sí mismo a través de un conocido, ya que el librador y el tomador de la letra de cambio es el propio Domingo. Esto en sí mismo supone un mecanismo muy extraño. Las letras de cambio se empleaban para efectuar pagos diferidos a un tercero. De tal modo, este documento sería como un autocrédito concedido a sí mismo por parte de su amigo, que se quedaría, obviamente con una pequeña comisión. Pero la cantidad de dinero no es demasiado relevante. Sí, era un buen dinero en esa época, pero, en comparación con la fortuna que tenía Norzagaray, no resulta comprensible. 

Quizá la otra cuestión era que la letra de cambio sirviera como justificante de un préstamo que le otorgaba Murga ante un cierto viaje. Sin embargo, todo parece tener lugar en Madrid. Sabemos por otras letras de cambio, que Mateo de Murga vivía en 1829 en la calle de las Tres Cruces, en pleno centro de Madrid, si bien el lugar de destino está más que claro pues está explícito.

De tal modo, el documento guarda probablemente una historia oculta bastante más interesante que la de sus firmantes y artistas. Sólo por ello ya merece ser salvaguardado y divulgado.

Bibliografía