- 17 de septiembre de 2023
- Entrevistas
Entrevista con Ramón Cobo Huici
Como coleccionista de billetes que soy, a pesar de mi introversión, una de las cosas que más valoro es la conversación con otros coleccionistas. Entiendo que es natural. Aprender de ellos es algo que debemos afrontar con total normalidad. Los diferentes enfoques de cada colección sirven para ilustrar distintas maneras de pensar, pero también pueden ser una fuente de inspiración para alterar el objetivo de nuestras colecciones porque descubrimos algo que no conocíamos y que nos atrae.
Hoy estamos con Ramón Cobo Huici. Casi todos le conoceréis por sus magníficos y numerosos artículos sobre notafilia, donde con verbo elegante y mente preclara abrió terreno inexplorado del que nos nutrimos muchos estudiosos del tema. Ramón también es conocido por su profesión. Ligado durante toda su carrera con la minería en Asturias, Ramón es una eminencia en el tema.
Pero en esta ocasión yo quiero presentaros al Ramón coleccionista. Su colección de papel moneda es extraordinaria y abarca muchas épocas y temáticas poco comunes, además de ser muy extensa y exhaustiva.
JAC: Antes de nada, Ramón, ¿cómo estás?
RCH: Pues teniendo en cuenta mi provecta edad, 81 años, y que todavía me relaciono con corzos por estos montes de Dios, se puede decir que estoy bastante bien. Y muy agradecido por los elogios, pero te has pasado totalmente.
JAC: Al César lo que es del César, Ramón. ¿Qué puedes contarnos sobre tus orígenes? ¿Cómo empezaste a coleccionar?
RCH: Nací en Zaragoza y llevo 54 años por las Asturias de Oviedo. Esto último por culpa del coleccionismo. Creo recordar que en uno de tus videos glosabas la importancia del coleccionismo en la formación y mentalidad de las personas y yo soy un caso típico de ello. Resulta que, a los catorce años, porque me gustaba la naturaleza y me daban un poco de “repelús” los insectos incluidas las mariposas, empecé a coleccionar algunos minerales y, así poco a poco, me hice mayor y cuando me di cuenta me encontré con una colección pobrísima de minerales y un título de ingeniero de minas. Y, claro, acabé en la cuenca minera.
A los seis años empecé a coleccionar cromos, mi primera colección, aún me acuerdo. Fue sobre las banderas del mundo, sus escudos y los escudos de las provincias de España. Sobre los doce años empecé a coleccionar sellos, cosa que, aunque parezca actualmente raro, hacían, al menos, el 30% de los niños de cualquier colegio de pago. Y poco después empecé una pobre colección de minerales, como te acabo de decir.
JAC: ¿Y qué fue lo que te hizo decidirte por coleccionar billetes y papel moneda en general?
RCH: Con mis sellos y piedras llegué a 1977, cuando a mi suegra se le ocurrió regalarme cuatro billetes de 25 pesetas de Albéniz, los cuales me parecieron preciosos. Poco tiempo después, al ir a comprar las hojas del álbum para los sellos del año, pedí que me enseñasen algunos billetes y, sobre la marcha, adquirí las pesetas de 1937 y 1938.
Seguí comprando billetes, a partir de los que estaban circulando, buscando buenas calidades, pero sin ponerme loco buscando los sin circular, pues los billetes caros no era fácil encontrarlos perfectos. Hay que tener en cuenta que en Asturias solo había una filatelia/numismática con cierto nivel y muy pocas casas en España que ofertaran billetes o hiciesen subastas. Así fui completando el Estado Español, la República y los asequibles de la Monarquía.
JAC: ¿Y qué pasó con tu colección de sellos?
RCH: Pues que en 1994 dejé de comprar los sellos que iba poniendo Correos en el mercado: sellos dentados y sin dentar, hojitas bloque, sobres primer día, pruebas, etc., y unas temáticas demenciales. Una auténtica tomadura de pelo de cara a explotar al coleccionista. Han conseguido acabar, casi por completo, con el coleccionismo filatélico en las nuevas generaciones. Todo un éxito comercial y cultural culminado últimamente con sellos con olor a rosas o a fabada, ¡manda narices!
JAC: ¿Hablas en serio? No me había enterado.
RCH: Totalmente. Con posterioridad, como no quería aceptar que la colección ya tenía pocas posibilidades de progresar, decidí empezar a completar la historia de cada billete con sus series especiales, variantes, pruebas, errores, falsificaciones de época y todo lo que se podía relacionar con cada uno de ellos.
JAC: Eso ya de por sí es un reto enorme. ¿Por qué te centraste en Asturias y el papel moneda alegal del siglo XIX?
RCH: Estás un tanto equivocado en cuanto que me centré en Asturias; simplemente he intentado conseguir todos los billetes que proyectó el Consejo de Asturias, igual que lo he hecho con la Generalitat de Cataluña, Euskadi o Santander. Es más, creo que tengo tanta variedad de ejemplares de Cataluña como de Asturias y bastantes más del Gobierno de Euskadi, ya que de este último tengo todos los billetes emitidos del 36 y circulados y sin circular con todas las antefirmas los del 37. Y también casi todos los de Santander, aunque de estos últimos me faltan algunas firmas ya que no los he encontrado en un estado mínimamente aceptable. Bien es verdad que en los billetes de Gijón he intentado conseguir las firmas de todos los intervinientes lo cual me ha llevado a un número elevado de ejemplares.
JAC: Pero sí coleccionas billetes de la Guerra Civil de Asturias, ¿verdad?
RCH: Otra cosa son los vales de necesidad de Asturias. Los vales de necesidad emitidos durante la Guerra Civil siempre los he considerado interesantísimos desde el punto de vista coleccionístico, pero cuando se piensa en un conjunto coleccionable de miles de ejemplares es preciso autolimitarse si no se quiere llegar a la frustración. En este apartado me he limitado a coleccionar los vales de la cornisa cantábrica, Asturias, Santander y Euskadi, pues son relativamente pocos, aunque resulta que son tan sumamente escasos que creo que no llego a tener ni el 50% de los conocidos, así que me encuentro igual de frustrado que si coleccionase los de toda España.
JAC: ¿Y el papel moneda alegal del siglo XIX?
RCH: Algo muy diferente es mi interés por el papel moneda emitido por bancos o sociedades para burlar el monopolio del Banco de España y que circuló en paralelo con los billetes del banco central.
Hacia 2006 me di cuenta que había dos bancos, Reus y Valls cuyas obligaciones estaban emitidas en el siglo XX, con unos intereses bajísimos y que habitualmente estaban tratadas en las subastas como billetes bancarios. Miré en los catálogos de Alentorn, del 74 y el de Castán – Cayón del 79 y, en efecto, los consideraban como billetes, así que entendí que coleccionando el siglo XX debía incluirlos en mi colección, pero también me di cuenta que Valls había emitido en el siglo anterior y lo lógico era coleccionar, dentro de lo posible, todas las emisiones de los dos bancos.
JAC: Otro reto de primer nivel, aunque parezca que son pocos ejemplares, son muy difíciles. Y no te detuviste ahí, claro.
RCH: Claro que no. El caso es que en los dos catálogos que te he mencionado aparecían otros bancos emisores que no coincidían con los bancos provinciales habituales, así que me puse a informarme a través de las publicaciones de los años 60 y 70 de Nicolás Sánchez-Albornoz sobre la banca española y de alguna otra publicación, pareciéndome un tema interesantísimo. Al mismo tiempo Spink estaba subastando billetes españoles, habitualmente muestras, procedentes del archivo de Bradbury, fabricante de bastantes obligaciones-billetes de estos bancos, con lo cual encontré una gran posibilidad de adquisición de ejemplares y conocimiento de nuevos bancos emisores. Además, tuve la gran ayuda de un amigo de Mallorca que tenía muy buenos conocimientos de las numerosas entidades de esas islas que emitieron este tipo de papel moneda.
En resumen, vi un nicho de mercado excelente e inédito para completar y seguir con mi colección.
JAC: ¿Por qué no te quisiste meter a coleccionar billete clásico? Ya te habías metido en el siglo XIX con esto. ¿Cuál fue el criterio orientador de tu colección?
RCH: Llegó un momento en que, prácticamente, tenía todos los billetes tipo del siglo XX, excepto algunos de gran valor, y si quería continuar coleccionando tenía que ir al siglo XIX.
Por supuesto, me lo pensé, pero vi que suponía un gasto muy importante para que, teniendo mi mentalidad de completar lo más posible los ejemplares y todas sus variantes de un periodo determinado, solo serviría para frustrarme por no poder acceder más que al 50% de los ejemplares, unas veces por su altísimo coste y otras por carencias de ejemplares en el mercado. Por el contrario, constataba que podía ampliar mi colección con los billetes alegales y la gran cantidad de muestras, pruebas, falsos, variantes, etc., del siglo XX, sin más límite que lo que quisiera gastar y que me permitía no completar nunca la colección y mantener ese estímulo vital.
JAC: Interesante que te plantees coleccionar como algo que no debe acabarse. ¿Ha ido cambiando tu manera de coleccionar con el tiempo?
RCH: Poco o nada puedo añadir a lo que acabo de decir respecto al criterio que seguí al coleccionar y que nunca ha cambiado. Al principio, intentar conseguir los ejemplares de un periodo no excesivamente pequeño hasta completar, o casi el siglo XX y después arropar a cada billete con sus peculiaridades de emisión, series diferenciales y variantes, y posteriormente la génesis de su concepción, pruebas o todo lo que completase su “historia”.
Los dos cambios, si se les puede llamar cambios, fueron el olvidar la idea de que solo existía el Banco de España y los billetes de la Guerra Civil y reconocer que merecía la pena acordarse de la pequeña historia de los pueblos en aquella guerra, los vales. El segundo cambio fue pasar a la notafilia del XIX, pero solo a través de la lucha de la pequeña banca comercial frente al monopolio estatal del Banco de España.
JAC: Algunos sabemos que te apasionan los errores. Por tu formación académica como ingeniero entiendo que te gusta el reto de entender qué pasó.
RCH: En efecto, me encantan los errores. Para empezar, date cuenta que procedo del coleccionismo filatélico, donde los errores tienen una gran importancia en el coleccionismo, dentados diferentes, errores en color y en impresión, etc. Con esos antecedentes es lógico que me interesara por los errores en los billetes pues, para más abundamiento, son más espectaculares que en los sellos.
Esa espectacularidad te lleva a buscar ejemplares con errores extraños y a encontrar la explicación del por qué ha sucedido ese incidente. Inmediatamente, entras en el mundo de las técnicas de fabricación, el de las imprentas realizadoras y es cuando empiezas “a sacarle el jugo” a esta afición y a comprender que la notafilia no es coleccionar cromos caros.
JAC: ¿Tienes muchos ejemplares con error?
RCH: ¿Muchos ejemplares? No, andaré por alguno más de los 150.
JAC: No son pocos, Ramón.
RCH: Pues llega un momento en que lo que buscas no es tener el mismo tipo de error en muchos billetes, caso claro es el de las firmas del cajero con sus variantes de posición o ausencia de firma, sino que se busca el error raro, el que te cuesta hallar la explicación del fallo. Por supuesto, es de lo más gratificante cuando encuentras la solución al problema.
JAC: ¿Cuáles son los que más te gustan?
RCH: Me gustan todos, pero no precisamente los más espectaculares sino los que te ha costado hallarles su razón de ser, es decir, los raros, raros.
JAC: Te entiendo, a mí tampoco me gustan más necesariamente los más espectaculares, con excesos extraños de papel. Sí, algunos son muy chulos, pero hay otros que me parecen más interesantes. ¿Hay alguno que se te haya resistido encontrar la explicación?
RCH: Hay unos que se pueden explicar, habida cuenta del resultado final, pero queda la sensación que es absurdo que haya ocurrido ese tipo de error. Siempre queda la duda de si no ha sido “fabricado” en la propia FNMT por algún empleado. Uno que yo creo que ha sido efectuado adrede es, sobre el 100 pesetas de Romero de Torres, la aparición de varias firmas del cajero, a la vez y claramente auténticas, en posiciones ilógicas.
JAC: Pues sí, hay que recelar de las firmas en posiciones ilógicas. De hecho, hay muchos falsos errores en el mercado de ese estilo ahora mismo. Hice un vídeo sobre eso. ¿Algún otro error que te cuesta comprender?
RCH: Tú bien sabes cuál ha sido el error al que nunca conseguí encontrarle explicación a pesar de que es, claramente, un error auténtico, ya que es infalsificable. Tú tienes otro ejemplar con el mismo error y ambos son los dos únicos que he visto: una doble impresión de la calcografía de una de las caras.
JAC: Ciertamente es con casi total seguridad el error más raro, cuando es auténtico, de la notafilia española. Porque también hay muchos falsos errores sobre este tema. Y también hice vídeo para advertir a la comunidad. ¿Tienes claro el origen del error auténtico?
RCH: La solución me la dio un cargo del museo de la FNMT que antes había trabajado en el taller de impresión. Es un error tan extraño y la explicación tan rebuscada que el mismo experto reconocía casi la imposibilidad de que hubiese dos errores iguales. Por supuesto, lo de la imposibilidad de otro similar me lo dijo antes de aparecer el que tú tienes.
JAC: Hablando de la extensión de tu colección, que abarca billetes emitidos y no emitidos, pruebas, billetes locales, papel moneda alegal, obligaciones que circularon como papel moneda, errores, etc., ¿crees que tienes la mejor colección de España sobre alguno de esos temas?
RCH: Mi colección tiene sobre los 2.100 ejemplares, con lo cual puedo decir que tengo una de las colecciones más “plasta” de España. Eso sí, con cosas bastante curiosas y diferentes, pero por el mismo hecho de ser extensa y con muchos tipos de ejemplares pierde, no sé cómo decirlo, ¿categoría?, al faltarle siempre ejemplares que den solidez al conjunto.
Quizás, el tema que tengo, vamos a decir, de un nivel alto, es el de los billetes alegales de bancos de crédito y empresas, pues contiene bastantes ejemplares de los cuales solo conozco el ejemplar mío. La pena es que me faltan algunos billetes que considero esenciales para poder decir que es un conjunto excepcional, aunque, esa misma circunstancia, la de haber ejemplares únicos en mi colección hace que ninguna colección se pueda considerar excepcional en esta temática.
JAC: Bueno, no pienso que haya una colección siquiera cercana a la tuya en ese tema. ¿Crees que es sano plantearse si la colección de uno es la mejor o no? Hay mucha gente obsesionada con tener la colección más única de todas.
RCH: Reconozco que no es bueno obsesionarse con algo, pero sí es bueno en esta vida plantearse metas y, en este caso, centrarse en algo muy concreto da más interés a tu hobby. Hay que tener en cuenta que nunca debe obsesionarte excesivamente, pues, a poco que razones, sabes que nunca, ni tú ni nadie, va a conseguir tener todos los ejemplares posibles, por escasez, coste, oportunidad de conseguirlos, etc. Y, precisamente, ese conocimiento de que nunca llegarás a la meta es el que te produce esa enorme alegría cuando encuentras un nuevo ejemplar.
JAC: De nuevo esa idea de que la colección no se acaba. A pesar de todo, habrás tenido oportunidades perdidas, como todos, de las que te arrepientas, ¿no? ¿Tienes alguna espinita clavada? Una de esas compras que se te escapó y no volviste a ver o que tardaste muchos años en conseguir.
RCH: Pues mira, esta pregunta enlaza con la anterior.
Espinas muy pocas, espinitas bastantes o más bien muchas, pero que me han servido para comprender lo que es la convivencia.
Tengo la suerte de tener amigos que coleccionan lo mismo que yo, obligaciones/billetes y vales de Asturias y la desgracia que, en muchas ocasiones, salen varios ejemplares que me interesan, a la vez, en la misma subasta. Es inevitable que nos pongamos en contacto con un, ¿has visto la subasta? y, más inevitable, todavía, el, ¿tú, que vas a hacer? Resumiendo, nos tenemos que poner de acuerdo para no “matarnos” entre nosotros, ni económica ni socialmente. Esto conduce a perder la oportunidad de conseguir algún ejemplar que, normalmente, nunca más volverás a ver y el corazón sangra un poquito pero, así es la vida.
Aparte de esas espinitas tengo dos, más que espinas, sables.
JAC: Cuéntame, si te parece bien.
RCH: La primera un 100 pesetas, circulado y en bastante buen estado, de la Sociedad General de Crédito de España que salió en todocolección. Sólo conozco ese ejemplar y el que expone la FNMT en su museo. Lo puso, creo recordar que fue en 75€, un amigo. En mi opinión, era un precio ridículo. Me pareció mal ofrecerle algo para que lo retirara, pues no sabía hasta cuanto podría subir y no quería perjudicarle. Decidí que la solución era esperar al final y subir 100€ por encima de la puja en ese momento. Hice el seguimiento y, de repente, desapareció. Le llamé para saber que había pasado y me dijo que le habían ofrecido 150€ (yo hubiese pagado, muy contento, los 600€), y que como le pareció un buen precio lo retiró y lo vendió. Todavía lloro por las noches cuando me acuerdo. Nunca más me volverá a pasar, ahora, para casos parecidos pongo la cantidad máxima que estoy dispuesto a pagar y espero por si en el último momento me vuelvo un poco loco y subo más.
JAC: Uf, eso duele. ¿Y la segunda espina?
RCH: El segundo sable, más bien. Un billete de 50 pesetas de Velázquez, ¡con el reverso impreso invertido! Lo vi y, todavía no sé qué tenía ese día en la cabeza que pensé que se había confundido el ofertante al poner la imagen y eso que la había puesto doblando el billete. Pasé de él y lo miré alguna otra vez y, creo que pensé que había alguna trampa (era cuando empecé un poco en serio a coleccionar errores y me daban cierto miedo pues ya me habían engañado una vez). Total, que cuando decidí que sí, que era un error excepcional, ya lo habían vendido.
Como me eduqué en los años 40/50 y si hacías una trastada en el colegio, te ponían de rodillas y con los brazos en cruz, en el fondo, creo que estas “bofetadas morales” son formativas.
JAC: Menudas historias. Pero, como bien dices, de los errores se aprende. Literalmente. ¿Qué consejos le darías a los coleccionistas noveles y no tan noveles para evitar estos problemas?
RCH: No suelo dar consejos, no porque no crea que son útiles sino porque la vida me ha enseñado que la gente pasa olímpicamente de ellos aunque tropiecen una y otra vez en la misma piedra. Mi fe en la humanidad cada vez flojea más. En fin, voy a dar alguno, aunque no sirva para nada.
El primero y muy importante: hay que recordar que el coleccionismo es un hobby y que es fundamental adaptarlo a la economía propia. Sólo se puede y debe gastarse una parte de lo que no necesitas. Parece obvio, pero hay que recordarlo. Y otra cosa relacionada, discutible pero en ocasiones de cierta importancia: es bueno que tu entorno próximo sepa que tienes un “entretenimiento de cierto coste”.
Un corolario de lo anterior: a todos nos gustaría tener todos los billetes en calidad plancha y, además en pareja, pero, como has repetido en tus videos, todas las colecciones son dignas; lo verdaderamente importante es el billete y la calidad algo secundario (luego haré un comentario sobre esa aberración llamada encapsulamiento). Personalmente, algunos de los billetes que más me ha ilusionado conseguir, dan pena ver su estado.
JAC: Creo que sé a los que te refieres. Grandes y muy usados. ¿Algún consejo más?
RCH: Sí, un segundo consejo: hay que tener paciencia, no precipitarse en las compras. Cuando se empieza, lo más satisfactorio es ir adquiriendo ejemplares relativamente baratos para ir aumentando la colección. Ya tendrás tiempo a lo largo de tu vida para conseguir ejemplares raros y de calidad. El coleccionismo, en mi opinión, hay que planteárselo como una carrera sin final.
Tercer consejo, ligado a los dos anteriores: ten mentalidad de coleccionista, no de vendedor. Si tu mente piensa más en si en el futuro podrás venderla con beneficio no disfrutarás de ella, sino que habrás conseguido tener una nueva preocupación. El coleccionismo es un disfrute, no una preocupación.
Otro corolario: la colección se disfruta en la soledad de una habitación o con un amigo. Si tu pretensión es enseñarla en internet para presumir de lo que tienes y demostrar lo inteligente que has sido adquiriendo ciertos billetes, estás a un paso de hacer el ridículo, pues los que te adulen diciéndote que es una maravilla habrán visto cosas mejores y pensarán que eres un “fantasma”.
Cuarto: aprende, aprende y aprende. Cuando creas que sabes mucho te darás cuenta que te falta mucho por aprender. Un billete lo disfrutarás no sólo porque ocupe un vacío en tu colección, sino porque sabrás apreciar la calidad de su impresión, su diseño, su valor potencial cuando estaba en curso y muchos etcéteras más.
Hazte, no solo de un catálogo medianamente fiable, los catálogos de notafilia actuales solo llegan a “medianamente”, hay libros interesantes para aprender, los del BdE, algunos de exposiciones de la FMNT, conmemorativos de bancos y de historia de la banca o catálogos de subastas antiguos y, sin hacer propaganda a José Antonio, la enciclopedia suya es una pequeña maravilla, pero eso ya lo comentaremos después.
Complemento al cuarto consejo: fíate de coleccionistas veteranos o de alguna casa de prestigio para aprender a través de sus publicaciones, no de cualquiera que te diga que él sabe mucho. Si sabe bastante, nunca sabrá mucho, será humilde y te dará buenos consejos.
Si tu petición de consejo es para comprar, no te fíes nunca de alguien que sea un vendedor, un consejo nunca debe dártelo alguien pueda tener un beneficio con su respuesta.
Último consejo (sé que soy un plasta, así que éste es el último): como colofón podría decir eso que se lleva ahora y que me parece una solemne memez: “sé tú mismo”. Lo intento traducir: ten criterio propio, no te dejes llevar por modas; la colección la haces tú, no dejes que te la haga nadie con su influencia. Usa tu cerebro, que no se desgasta.
JAC: No son pocos los consejos que das y todos me parecen excepcionales. Espero que los lectores tomen nota, porque si alguien que lleva coleccionando décadas y décadas lo dice es por algo. Bueno, cambiemos de tercio. Ahora que está tan de moda el encapsular billetes, creo que tu opinión será interesante. Además, algo has mencionado antes. ¿Qué opinión te merece el billete certificado? ¿Tú qué prefieres y por qué?
RCH: El tema del encapsulado me hace cabrearme más que un mono. ¡FETICHISMO! ¡PURO Y DURO FETICHISMO! Por supuesto, cada uno es muy dueño de decidir qué coleccionar y cómo hacerlo, pero soy incapaz de comprender lo del encapsulado.
El billete encapsulado, para mi deja de ser un billete, es una estampita metida en un plástico al que no tengo acceso y me causa la misma sensación si cojo el libro de los billetes del Banco de España y paso las hojas: veo billetes inaccesibles para mí. Es una religión: como tengo fe en mi religión creo que existe un Ser Supremo; como tengo fe en PMG, creo que han metido en el plástico un billete y no una fotocopia y se han quedado el billete.
JAC: Bueno, no creo que hagan eso. Y para mucha gente el encapsulado tiene muchas ventajas.
RCH: Soy incapaz de ver las ventajas que me cuentan:
- El billete está protegido. Los míos están en unos dobles plásticos con una protección igual y puedo acceder a ellos cuando quiera.
- Me garantiza su autenticidad. No es cierto, he visto billetes más falsos que el alma de Judas, certificados por PMG (el falla verde o los Ramón y Cajal de colorines).
- Me garantiza su calidad. Tururú que te vi. Yo he visto el Sorolla de la República, ¡sin serie! (no cuento que comerciante lo tenía) en calidad MBC-, pasado por las manos de un excelente restaurador y unos meses después, cuando todavía seguían las normas antiguas, con una nota altísima y sin advertencias en reverso.
Me gustaría conocer a alguien que sepa distinguir inequívocamente un 65 de un 66, y es que todo depende de que un señor en EEUU se levante generoso o en plan “hoy se van a enterar los hispanos”.
JAC: En esto último te puedo dar la razón. Está claro que algunos matices en esos grados dependen del humor con el que se levante el graduador.
RCH: El colmo, que me dejó helado, fue cuando dos personas me dijeron, cuando cerró ICG que: “vaya faena, ahora hay que volver a calificar los billetes”. Increíble, la certificación está ligada a la vida del clasificador.
También debe ser maravillosa la manera de ordenar una colección. Naturalmente, nada de anticuados álbumes. Lo ideal, según me han dicho, es un archivador, como si fueran fichas. Debe ser que soy muy viejo y no conozco los archivadores modernos. Todos los que conozco se usan con unas fichas o unas carpetas prácticamente iguales. Debe ser estupendo meter en un archivador un billete de peseta o un billete de 1.000 de Bilbao con dos matrices e intentar buscar el de peseta en el fondo del archivador. También es verdad que se puede tener diversos tipos de archivador y ordenar por el sistema “según compro, según lo meto” y además tener álbumes para lo que no tengas encapsulado.
JAC: Yo creo que así no suele coleccionar la gente que compra cápsulas, sino en álbumes normales. Lo cual, dicho sea de paso, me parece que no ahorra costes precisamente.
RCH: Sí, también se pueden ordenar los billetes encapsulados en álbumes. Bueno si caben pues según que tamaños no cabrán y, además se puede conseguir hacer rico al fabricante de los álbumes por la cantidad que se va a necesitar.
JAC: Para mucha gente, el encapsulado es una manera de ganar dinero.
RCH: Mira, voy a contestar a la pregunta de por qué no me gustan los encapsulados mirándolo ahora desde el punto de vista crematístico y poniendo como ejemplo mi colección.
Tengo 23 álbumes con más de 2.000 ejemplares. A ojo de buen cubero, si los encapsulo y pretendo tenerlos ordenados en álbumes, hablaremos de unos 50/60 álbumes, más las hojas correspondientes, y si, además, encapsulo los billetes, ¿lo haremos por menos de 100.000€? Ni para empezar. En mi tierra se dice, cuando se hace una compra inútil, que algo “vale más el collar que el perro”.
Eso sí, el comprar un billete encapsulado tiene la garantía de que el vendedor está haciendo un gran negocio. Se me abren las carnes cuando veo que un billete SC, que se puede comprar por 10€ piden por el 120€ porque es un 68.
Si a todo lo anterior, le sumo que gracias a su “ataúd” no se pueden conocer las características del papel, la calidad de la calcografía, los pequeños defectos de dobleces porque te refleja el plástico, me parece increíble que haya coleccionistas que defiendan el encapsulado. Aunque ya lo decía el Guerra: “Hay gente pá tó”.
JAC: Hablemos ahora de la cuestión de los precios. ¿Qué opinas de cómo va el mercado últimamente? ¿Está caro en tu opinión?
RCH: Cualquier mercancía tiene oscilaciones en función de la demanda y depende de tu posición en el mercado. ¿Quieres vender? El mercado te parecerá barato. ¿Quieres comprar? Todo está carísimo. Si nos molestamos en ver precios antiguos y los actualizamos con los coeficientes de inflación se ve que no hay grandes oscilaciones, excepto, naturalmente, en algún billete en concreto. Es más, en billetes raros, hasta diría que han bajado y en los primeros años de este siglo yo diría que, proporcionalmente, eran más caros.
Solo hay una parcela en la que, en mi opinión, se están desmadrando los precios y es la de los vales de la Guerra Civil. Me imagino que, como en cualquier mercancía, no estrictamente necesaria, especialmente la del lujo, y el coleccionismo es un lujo, hay modas y, aunque no entiendo la razón, el coleccionismo de los vales se ha puesto de moda. Si a eso se le añade la extrema rareza de algunos ejemplares, en los que estaría justificado un alto precio, éstos ejercen un efecto de arrastre que hace que el conjunto se haya desmadrado. ¿Volverá una cierta racionalidad? Me imagino que sí en la mayoría de los ejemplares; en los raros doy por supuesto que muy difícilmente.
JAC: ¿Y cómo crees que será la evolución del mercado? ¿Seguirá subiendo o bajará?
Si hay alguna mercancía difícil de conocer su evolución crematística es la referente a los coleccionismos. Si sube la inflación, deberían subir los precios en cierta proporción, pero también debería haber menos demandantes, lo que llevaría haber más ejemplares en venta, por lo que bajarían los precios. También podría haber un repunte en compras, como pasó hace unos años, por considerarse una inversión de futuro y subirían los precios. En fin, ni idea de lo que puede pasar.
Puesto a inclinarme por algo sería por una estabilización general, con la excepción de los encapsulados que como es una moda gestionada estupendamente por las casas de subastas americanas, subirán en las calidades altas.
JAC: ¿Y qué futuro le ves al coleccionismo de papel moneda en España?
RCH: Un filósofo chino del siglo IV A.C. dijo que un hombre sabio nunca hace pronósticos y un hombre que hace pronósticos nunca será sabio. No soy sabio pero tampoco hago pronósticos de ese calibre.
La filatelia era el coleccionismo de los reyes. En España deben quedar, a lo mejor estoy equivocado, cuatro personas menores de 50 años que coleccionen sellos y sólo los clásicos tienen venta. Hace muy pocos años el coleccionismo de pintura se desmadró; en este último año está bajando. Hace años el coleccionismo de minerales era, especialmente aquí, totalmente minoritario; hoy, en el mundo es el segundo coleccionismo más importante.
JAC: ¿Ah, sí? Ni me lo imaginaba. Y entonces, ¿qué piensas que pasará con el mercado de billetes?
RCH: En estos casos me gusta decir que “sólo Dios en su infinita sabiduría conoce el futuro”. Puede pasar cualquier cosa pero yo apostaría ahora por su mantenimiento y, cosas de la vida, quizás el tema del encapsulado contribuya a que se sostenga, pues ese coleccionismo espurio lleva a sus defensores a considerarlo también como una inversión.
JAC: Cambiemos de tercio. Poca gente sabe que además de coleccionista de papeles, también eres aficionado a otras cosas. Ya has dejado caer al principio de la entrevista. ¿Qué puedes contarnos de esas otras colecciones?
RCH: Pues poca cosa en tema de otros coleccionismos, porque desde hace años estoy centrado en la notafilia. Tengo una colección de sellos, ya lo comenté antes, también extensa en número pero con pocos ejemplares raros y floja en calidad pues cuando empecé los comerciantes solían engañar a los primerizos, contando que era lo mismo con o sin charnela.
También tengo una colección de minerales, no muchos, sobre unos 300, que colocados en tres vitrinas quedan muy decorativos; los hay muy corrientes y los hay muy aceptables. Como anécdota de lo que acaba siendo cualquier coleccionismo te comento que lo dejé en 1990. El sistema de compra en la época era en base a pocos comerciantes y, en general, lejos de Asturias y las compras había que hacerlas presencialmente. En un momento determinado me di cuenta que también en este mercado hay falsificaciones: quito un cristal de aquí y lo pongo en otro ejemplar. Y, además, según crean cuál es tu nivel económico te dicen el precio de la pieza. En ese momento llegas a la conclusión de que mejor es dejarlo.
JAC: Hasta en la mineralogía hay tramposos. ¡Qué mundo! ¿Algo más?
RCH: Otras aficiones tengo bastantes, naturalmente todas honestas, especialmente al arte paleocristiano, el románico y el islámico hasta el XVII, lo que me ha hecho ser un viajero extraño: no conozco Londres, pero sí las orillas desiertas del Éufrates y muchos sitios dejados de la mano de Dios pero con iglesia medieval.
Otro vicio es la búsqueda de setas, afición sana y viviendo en Asturias bastante gratificante. Y, por cierto, acaba de empezar la época.
JAC: ¿Algún otro tipo de coleccionismo que te hubiera gustado hacer y que, ya fuera por dinero o espacio, no pudiste?
RCH: Si por gusto fuese, yo coleccionaría hasta calcetines usados. Cualquier coleccionismo me gusta pero hay que saber controlarse. Un coleccionismo que me hubiese encantado es el de moneda griega pero para tener algo decente hace falta ser el dueño de Inditex. Otro coleccionismo sería el de lámparas de mina pero para eso necesitas montones de espacio y ganas de limpiar metales.
JAC: Por último, y barriendo para casa, ¿qué destacarías de tus lecturas de la Enciclopedia de la Notafilia y Escripofilia Española?
RCH: Yo diría que hace honor a su nombre, pues contiene todo el conjunto del conocimiento de la notafilia y, personalmente me parece una obra impresionante y, para mí o para un coleccionista con un mínimo de curiosidad intelectual, imprescindible. Lo tiene, prácticamente todo y por eso, como libro de consulta es espectacular.
Para que no se diga que sólo hago alabanzas, empiezo por lo que me parece de excesivo en ella, por suponer un esfuerzo brutal por tu parte y de muy limitada utilidad: el libro de legislación y los gráficos estadísticos. El primero no compensa el trabajo que te has tenido que realizar para la poca utilidad que le puede dar un coleccionista medio o aunque sea muy avanzado. Por cierto, a mí me ha venido muy bien para comprobar la legalidad de circulación común de los billetes de la Guerra Civil en la cornisa cantábrica. Lo de los gráficos es un tic de nuestra profesión que pocos te van a agradecer.
JAC: Es cierto. Eso es deformación profesional y ganas de aportar otro enfoque poco habitual.
RCH: Te voy a comentar lo que me ha parecido esencial que no debe perderse un coleccionista, especialmente si no tiene una gran experiencia, y luego te cuento lo que a mí más me ha interesado.
Aun para un coleccionista experimentado, los cuatro últimos tomos los considero indispensables, pues, aunque sus conocimientos sean altos, con toda seguridad aprenderá cosas nuevas o confirmará algunas que no tuviese claras. De eso cuatros tomos creo que es imprescindible y destacable lo siguiente:
- En el tomo primero del volumen 3, sobre producción, la génesis del billete desde el boceto hasta su puesta en circulación y las técnicas de impresión para conocer las características esenciales de un billete.
- En los dos tomos del volumen 4, sobre coleccionismo, hay que estudiar con sumo interés los temas de errores, falsificaciones, sellos y los diferentes tipos de billetes muestra, de registro y archivo y aprobación.
Por supuesto que a cualquier persona, aunque no sea coleccionista, habrá muchos temas que le parecerán interesantes y curiosos.
JAC: Esa era una de las intenciones. Que tuviera más público aparte de los coleccionistas. ¿Y a ti qué es lo que más te ha gustado?
RCH: A mí también me ha parecido excelente cómo están tratados los temas generales anteriores, pues, además, he aprendido bastantes cosas nuevas. Pero lo que he leído con muchísimo interés, porque tenía un conocimiento con muchas lagunas, es todo lo relativo a la historia de bancos, billetes y deuda anteriores al privilegio de emisión del Banco de España. Y también la información sobre los diseñadores y grabadores de billetes pues conocía, como mucho, a una docena de ellos.
JAC: Muchas gracias, Ramón, por compartir tus pensamientos. Vamos a cerrar aquí la entrevista. Como siempre es un placer charlar contigo. Y espero que al lector le haya entusiasmado tanto como a mí esta oportunidad de poder entrar en la mente de un coleccionista avanzado y veterano como tú.
RCH: Bueno, pues hasta otro rato y perdóname si he sido muy “plomo”. Un abrazo.