- 6 de febrero de 2022
- Notafilia
Un billete dominicano en una colección española
Comenzamos la andadura del blog (vídeos aparte), con una entrada sobre un billete dominicano que adquirí recientemente y que me hizo particular ilusión. Se trata de un billete de 1 peso y 40 centavos de la República Dominicana fechado en 1848 y matasellado en el reverso como 20 pesos hacia 1853. ¿Qué pinta este billete puramente dominicano en este blog sobre billetes españoles? Pues bien, resulta que este ejemplar es de los pocos supervivientes del proceso de canje que tuvo lugar cuando Santo Domingo pidió volver a la Corona Española en 1861. En la web de la Sociedad Numismática Dominicana podéis ver más billetes dominicanos antiguos. Como veis los de esa época son rarísimos y están en malas condiciones.
La República Dominicana adquirió su independencia de España en diciembre de 1821, bajo el nombre del Estado Independiente del Haití Español. La alegría apenas les duró dos meses, pues en febrero de 1822 fueron atacados y dominados por el Haití francés. Desde entonces se sucederán numerosas batallas que culminarán en la independencia de la ya República Dominicana en 1844. Así pues, este billete que os presento encaja con los primeros que vieron la luz en el país caribeño. De hecho, el World Paper Money le asigna el Pick 6 a esta versión sellada. Así que por ahí ya es un orgullo encontrar algo tan antiguo (me fascina la notafilia del siglo XIX, aunque sus precios son inalcanzables normalmente).
En 1861 el General Santana decidió devolver la soberanía del país a España, en un intento de defenderla del país vecino. Poco duró ese periodo, pero, en los casi 3 años que duró, hay historias notafílicas que contar y una relacionada con este billete (y otros similares).
Así pues, ¿qué hizo el Gobierno español en Santo Domingo? El General Francisco Serrano, por entonces Gobernador de Cuba y posteriormente Regente del Reino y Presidente del Gobierno, fue de los primeros en pisar el territorio dominicano. Tras ello, elevó al Ministro de Ultramar, O’Donnell un escrito donde destacaba que en la isla faltaba numerario y que lo que había era un desastre por su variedad. Además, hacía hincapié en la “facilidad para ser falsificado”.
Por no entrar en demasiado detalle, diremos que se hicieron varias estimaciones del papel moneda en circulación, concluyendo que la cifra estaba desde los 334.000 pesos hasta 464.000 pesos, aproximadamente. Como puede verse, un error enorme en la estimación. Vamos, que no tenían ni idea.
En febrero de 1862 se decidió emitir nuevo papel moneda que sustituiría al existente. Se encargaron finalmente 400.000 pesos en billetes (no se sabe si como solución salomónica o porque se le puso en la solapa al mandamás correspondiente). El canje comenzó en diciembre de 1862 y se prolongó hasta finales de junio de 1863. ¿Cuánto dinero se canjeó finalmente? Bueno, pues ni en eso se ponen de acuerdo las fuentes oficiales: redondeando, entre 361.000 y 361.500 pesos. La diferencia es mínima.
Hasta aquí todo bien. Salvo por el hecho de que en agosto el papel moneda antiguo seguía circulando. En diciembre la Real Hacienda tenía unos 200.000 pesos en billetes dominicanos inservibles, que acabaron por incinerar.
Dicho esto, y más allá de que se presentaron también muchas falsificaciones, el hecho indudable es que este papel moneda pre-canje es tremendamente raro, bien porque se canjeara o porque se quemara meses después.
La indicación de la etiqueta de PMG es tremendamente errónea, eso sí. Lo menciona como “Spanish Administration” y es totalmente incorrecto. El billete se emitió y selló bajo gobierno independiente dominicano (vamos, que lo pone clarito en el escudo del centro del billete). Aunque guarda esa sutil relación con la historia notafílica española por ser una de las pocas “papeletas dominicanas”, de entre las millones que circulaban, que sobrevivió al canje y a la quema, y que, quizá, llegó a circular incluso, como papel moneda con poder liberatorio ilegal durante el año 1862. La presencia de los taladros nos indica que pasó por algún proceso de desmonetización oficial, por lo que el ejemplar se convierte en algo todavía más raro, pues su destino sí que habría sido uno de los dos mencionados.
Bibliografía:
- Enciclopedia de la Notafilia y Escripofilia Española, Volumen 1, Tomo I.
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