¿Dónde está el Pick 7? Una crónica diferente de la Exposición Cid Pulido II y de la VI Convención Numismática de Barcelona (2025)

¿Dónde está el Pick 7? Una crónica diferente de la Exposición Cid Pulido II y de la VI Convención Numismática de Barcelona (2025) Jose Antonio Castellanos 25 de noviembre de 2025
¿Dónde está el Pick 7? Una crónica diferente de la Exposición Cid Pulido II y de la VI Convención Numismática de Barcelona (2025)
Tiempo de lectura: 16 minutos

Estoy recién regresado de participar en la exposición Cid Pulido que ha tenido lugar en Barcelona, dentro de su estupenda VI Convención Numismática, organizada por Filatelia Alcaraz-Ars Nummis y que contó con colaboración de La Taberna de la Numismática y la Notafilia, ese grandísimo grupo de Facebook.

La convención ha estado estupenda, aunque con todo el trabajo que ha llevado montar la exposición, el sorteo de la Enciclopedia y, afortunadamente, las ventas de los libros, no tuve oportunidad de poder pararme a hablar con cada comerciante y visitar sus puestos.

Comienza la aventura

De lo que sí os puedo hablar es de la exposición Cid Pulido. La expedición comenzó juntándonos los mosqueteros en la estación de Atocha de Madrid, en algunos casos después de kilómetros de madrugada. Allí nos encontramos con el mosquetero que faltaba, que venía de otro viaje de los suyos, y que aprovechó hasta la primera estación para dar conversación a una compañera de viaje sentada frente a mí y que resultó ser vecina de su pueblo. A pesar del cansancio, aprovechamos la amable invitación del califa para pegarnos una cena con vistas de aúpa.

Al día siguiente, el susodicho señor Cid decidió que las 5:45 era una buena hora para empezar a ponerse en pie. Los otros mosqueteros tenían ideas diversas y aquí el presente, tras una pelea con las sábanas de varias tallas inferiores a la cama, logró rehacer la compostura hacia las 7:00, tras pocas horas de sueño. Así que los muchos mosqueteros, salvo el que suscribe que necesita perder cierta cantidad de masa newtoniana, decidieron que primero había que trasegar un condumio matutino para tener fuerzas para el montaje. Y vaya que hacía falta, porque había mucho por hacer.

¡A montar!

Con mucho tiempo por delante nos pusimos a montar vitrinas y papeles, a ordenar plásticos, esquineras y billetes. Ay, los billetes. ¿Dónde está el Pick 7? No sé ni cuántas veces se repitió esa frase ya mítica durante las tres horas que estuvimos montando la exposición. Javi estaba nervioso como un crío en la primera cita con el dentista. Pero qué gozada. ¿Cuándo en mi vida me he visto en una semejante? Guardar cédulas de la Caja de Reducción y de la Caja de Consolidación. Examinarlas al trasluz. Admirar sus grabados de finales del siglo XVIII. ¿Y las pruebas de artista? ¿Y el famoso Pick 2? ¿Y tantas y tantas cosas increíbles? Y sí, el Pick 7 pasó por mis manos y fui yo quien lo puso debajo de una prueba y no se veía. ¿Dónde está el Pick 7?, resonó de nuevo en la sala. Y aquí, el que esto escribe, lo había puesto donde no debía. Perdón, Javi, perdón…

Venga, vamos a montar la primera vitrina. Prenotafilia. Un Vale Real de 1800. Las citadas cédulas de 1799. Tres Vales Reales No Consolidados (sí, Javi, no consolidados), de 1824, dos con sellos de renovación y uno que no, que mira que es raro. Al lado un billete de 4000 reales de 1835 del Banco Español de San Fernando. Pero con firmas, que aquí, Javi, no sabe coleccionar si no es difícil. Completamos luego con cuatro billetes de bancos provinciales la vitrina y pensamos que el trabajo sería sencillo. Buscamos las etiquetas descriptivas y empezamos a ponerlas, esta aquí, esta allá, esta es muy grande, recorta y pega debajo, estas también, ¿pero quién las ha impreso así de grandes? Bueno, terminado. A cargar con la vitrina, que pesa lo suyo, y a apoyarla junto a su mesa. Luis y Jose mientras tanto han montado los paneles informativos y están trabajando en el primer panel de metacrilato.

Segunda vitrina, más billetes de bancos provinciales del siglo XIX. Y de repente, oye que hemos montado la vitrina girada, que así los cristales no aguantan. Pruebas, discusiones, que si desmontamos la primera vitrina, que si corregimos las otras… Decidimos seguir adelante, pero cuando empezamos la segunda vitrina en la disposición correcta para que los cristales no aguantaran una tensión insoportable, vemos que los diseños de Javi estaban pensados para poner las vitrinas como la primera, girados 90 grados. A improvisar toca. Y a achuchar los billetes. Pero son enormes. Y encima hay unos cuantos ejemplares únicos: Jerez, Palencia, Santiago, Balear… Oye, minucias.

Mientras tanto Luis y Jose están montando ya a buen ritmo los paneles de metacrilato. Y están quedando genial. Van a por el segundo y nosotros vamos a por la tercera vitrina. Más bancos provinciales, más piezas brutales. Algunas de estas piezas, como en la vitrina anterior, están cedidas por el amigo Ignacio para completar un conjunto de ejemplares de casi todos los bancos provinciales que se pueden conseguir (faltaría una prueba del de Burgos y uno del de Vitoria que yo creo que nadie salvo su dueño sabe dónde está; ¿quién lo tiene, por cierto?). El resto de la vitrina la completamos con piezas que jamás había tenido en mis manos, todas pruebas: una de color de 20 escudos de 1866, otras de la serie del 31 de diciembre de 1873 (enormes), una preciosa y rarísima prueba de 400 escudos de 1873, una pareja de pruebas de las 25 pesetas de 1874 (el único documento que enseña cómo eran estos billetes de los que no se conservan circulados), una prueba de reverso de 1000 pesetas de 1876 (me encanta), otra de 1000 pesetas de 1878 (una delicia visual con el cuadro de Velázquez de “Las hilanderas”), un espécimen de 50 pesetas de 1905 y una prueba de color de 25 pesetas de julio de 1907.

Vamos a por la siguiente vitrina, cargada de pruebas. Algunas son impresiones de la litografía de billetes de 1906 y 1927, otras son anverso y reverso de las 1000 pesetas no emitidas de 1915 (hechas para conmemorar la visita de los reyes al Banco de España), acompañadas del reverso de 100 pesetas de 1908, un billete que tampoco fue emitido. Lo siguiente es para reír, llorar y disfrutar: collages hechos a mano de los reversos de 50 pesetas de 1927 y 50 pesetas de 1931. Los admiramos durante un tiempo, comentando sus relieves y la precisión inhumana de los diseñadores de la Bradbury. ¿Cómo es posible que existan cosas así? Cosas veredes, que luego hay más. Eso sí, nos equivocamos con la etiqueta y cruzamos las fechas de 1927 y 1931 hasta que Javi se da cuenta… Así de concentrados y poco profesionales estábamos. Otra prueba de color, del reverso de 500 pesetas de 1931 parece palidecer al lado de estas joyas dibujadas y montadas con precisión. La prueba de las míticas 50 pesetas de 1937 del Banco de España en Gijón (dificilísima) se arrincona en un lateral, abrumada por la cantidad de arte que la rodea. Las siguientes seis piezas son de mis favoritas: ejemplos hechos a lápiz con un detalle inimaginable de los diseños de las marcas de agua de la emisión de 1931. Los dibujos son maravillosos, pero a mí lo que me entusiasma es ver las anotaciones, los cambios, las fechas. Son pistas que necesito juntar para dar explicación a todo lo que pasó.

La crisis

Nos disponemos a montar la quinta vitrina. Javi está que no puede contener la tensión. Es un flan chino bamboleándose en un tren. No llegamos a tiempo. Falta menos de una hora. Y a todo esto llega Carlos Alcaraz y le comentamos el tema de los cristales. Otra crisis. Javi está para darle un Valium y un abrazo. Que hemos montado algunas vitrinas invertidas, cabeza abajo. Vamos, no me jod… Pues así se quedan. Carlos pega la última cartulina negra del fondo que faltaba y ya nos podemos centrar en la vitrina, que además contamos con más ayuda, cuatro manos más. Javi nos dice que el diseño está mal porque hay que meter más billetes. Pero al presentarlos, como la vitrina está girada, no cuadran con lo que había anticipado. Más improvisación. Colocamos pruebas de aquí y de allá… ¿Y ahora dónde están las pruebas de artista de Zorrilla y de Fortuny? A Javi se le sale el corazón por la boca. Algún gracioso vuelve a sacar el tema del Pick 7. Buscamos, el tiempo pasa, y, de nuevo el que suscribe, las había colocado boca abajo en una mesa cercana para adherirles celo a los plásticos para fijarlas mejor porque las esquineras no aguantan. Y habían quedado tapados por unos sobres. Otra crisis evitada. Rápido, a colocarlo todo: pega esquineras, pega celos, pega etiquetas. Vamos como locos, esto arriba y esto abajo, que si no, no cabe. Nos olvidamos de poner algunas etiquetas o no aparecen, vete a saber… Pero menuda vitrina: prueba de color de Fortuny, pruebas de artistas monocromas y polícromas del susodicho billete (¿alguien ha visto esto de cerca y admirado los mil y un detalles que tiene?) y pruebas de estado de la viñeta del pintor y de su obra, con anotaciones (cómo me gusta ver lo perfeccionistas que eran). ¿Qué más pedir? Pues reversos de un proyecto de billete del Ministerio de Hacienda de 1938 (casi nada), pruebas de las 25 pesetas de la emisión fallida de 1937 de Cartevalori, pruebas de color de 500 pesetas de 1940, pruebas de estado de diversos billetes de los años 40 y 50… y una de mis piezas favoritas: el diseño no adoptado de 2 pesetas de 1940 de Rieusset. Pero, ¿cómo algo tan bonito no se convirtió en billete?

A todo gas

La última vitrina la montamos a ocho manos. Es pequeña. Tiene tres billetes del Banco Español de la Habana, entre otros el Pick 1r. Este no se pierde, que es grande como una sábana y de un azul llamativo. Y encima está en un grado de conservación indecentemente perfecto. Los otros dos billetes pertenecen a la serie de los medallones, de extrema dificultad, y circulados como si hubieran servido para pagar todas las casas de Cuba, pero a ver quién es el listo que encuentra otros. Ahora Javi nos dice que quiere completar la vitrina con billetes locales de Extremadura que ha traído. Que pongamos los que queramos y como podamos. Y aquí vemos a más manos que espacio, Ignacio, Pepe, Santiago, Jaime, un servidor, poniendo esquineras, presentando billetes, ordenándolos para que quepan todos los posibles. Como no caben más brazos, me marcho a ayudar con los paneles de metacrilato. Al cabo de un rato miro a la vitrina y ya la han terminado. Ha quedado genial. Pero el cristal de la vitrina se resiste y nos tiene que asistir Carlos Alcaraz, que está de un lado para otro, sin permitir que los nervios afloren, asegurándose que toda la Convención está preparada. Estamos a punto de abrir las puertas y todavía falta trabajo. Colocan los cristales mientras otros estamos ayudando a Luis y Jose que, cual hormiguitas, han ido avanzando a ritmo militar con los paneles de metacrilato.

Esto ya es una maquinaria que tiene que sacar esto adelante como sea. Vamos con retraso, han dado las diez y la gente se acumula en la sala de comerciantes, pero faltan pocos paneles. Javi sigue diciendo que no da tiempo. Algún visitante curioso atraviesa la puerta mientras colocamos el roll up, el cartel de la puerta y distribuimos los trípticos publicitarios. En una mesa, Amadeo coloca sus libros de “Los billetes municipales falsos de la Guerra Civil” (imprescindible, ya estás tardando en comprarlo si no lo tienes), mientras yo no puedo hacer lo equivalente porque mi mesa es la de trabajo de los metacrilatos. A varias manos, incluyendo las temblorosas de Javi, ayudamos a quitar los plásticos protectores de un par de docenas de tapas. Hay diez paneles y diez tapas por panel, dos plásticos por cara, doscientos plásticos en total y quitar uno lleva como poco varios minutos. Es una tarea de gran paciencia porque los adhieren a conciencia para proteger los metacrilatos durante el transporte, pero a la hora de montar son una tortura. Luis y Jose siguen colocando billetes y atornillando las estructuras de los metacrilatos con ritmo profesional.

Disfrutando de los paneles

Diez y media, levantan los últimos paneles con los billetes de Cuba. Saco rápidamente la Enciclopedia de la Notafilia y Escripofilia en mi mesa y mi novela “El secreto del Vita” y dispongo ejemplares como puedo en la enorme mesa que me ha cedido La Taberna de la Numismática y la Notafilia. Estoy listo. Ahora vamos a etiquetar las vitrinas y los paneles. Y qué paneles, que no he comentado aún.

En el panel 1 teníamos el Pick 2 acompañado de un Pick 2 falso de época. ¿Se puede ser más cachondo? Luego el Pick 6, 25 pesetas de 1875 (sí, también estaba, pero nadie se preocupó por él, muy educado, nunca se quiso perder). Y el famoso Pick 7, sin firmas ni numeración, una probable prueba definitiva o muestra. Ay, el Pick 7. Ya no se podía escapar. Luego estaba toda la emisión de 1876, incluyendo una muestra y dos billetes de 1878, un Quevedo auténtico y un Garcilaso falso. Pero menudo falso, con una calidad extraordinaria.

El panel 2 no se queda corto, de hecho era mi favorito. Un Cervantes de 1000 pesetas de 1878, la serie completa de 1880 (sí, completa, y qué bonita, la primera vez que cambian los colores para diferenciar las denominaciones), y luego los tres valores bajos de la emisión de enero de 1884. Canela fina.

En el panel 3 encontramos los dos valores altos de la emisión de enero de 1884 acompañados por los cinco valores de la de julio de ese mismo año que se ejecutó en los talleres del Banco de España. Cuatro pesos pesados en esta vitrina que quita el hipo. ¿Cuántas veces he tenido los dos grandullones de Mendizábal, un Floridablanca y un marqués de la Ensenada delante? Y abajo se queda un pequeñín de 25 pesetas de 1886 que palidece, a pesar de su enorme grado de conservación, ante los jefes.

El panel 4 parece un homenaje a Goya, con la continuación de la serie de 1886 hasta las impresionantes 500 pesetas, cuyo reverso enamora a cualquiera. Eso sí, qué decepción, Javi no tiene el Pick 38, la locura de las 1000 pesetas de Goya. Habrá que hacerle hueco en el futuro. Seguro que cae. A partir de aquí está todo: emisión de 1893, 1895…

Y en el panel 5 la continuación con las emisiones de 1898, 1899, 1900, 1902 y un Mercurio. Sí, 500 pesetas de 1903, el billete más raro de la notafilia española del siglo XX. Falta el Fogonero, pero, para compensar, Javi tiene la muestra de la emisión modificada de 1905. ¿No mola más? El Echegaray de 1905 se siente pequeño al lado de tantas cosas.

En el panel 6 el primer billete es una maravilla. Es una prueba de diseño de un billete de 50 pesetas que originalmente iba a ser el que se emitiera en lugar del citado Echegaray de 1905. Es increíble verla. He leído bastante sobre ella. Hubiera sido un billete increíble. El resto del panel lo dedica Javi a pruebas de color de 1906 y 1907, acompañadas por pruebas completas de anverso y reverso de billetes no emitidos: 25 pesetas de 1908, 5 pesetas de 1914, 100 pesetas de 1908 (sin numeración y sin firma de cajero) y 500 pesetas de 1925.

El panel 7 parece una broma. Un espécimen de 500 pesetas de 1927 y a su lado un número bajísimo de ese mismo billete (el 36). Un talón del Banco de España en San Sebastián, dificilísimo. Y luego ¡¡¡3 Damas de Elche!!! No una, ni dos, sino tres. Venga, vámonos. Un billete con los colores definitivos pero sin numeración (probablemente una muestra), una prueba de color (la D712) y un espécimen con sellos de De la Rue. Qué decir. Siguiendo con billetes no emitidos, este panel enseña una prueba de color de 100 pesetas de la emisión fallida 1937 de Cartevalori, un General Castaños, y un billete histórico que es mi favorito de toda la colección, porque podemos trazar mucha de su historia. Ese billete de 1000 pesetas de 1937 de Carlos I con numeración A0910089 fue robado del almacén de Cartevalori y apareció en noviembre de 1938 en Tetuán. En la Enciclopedia os lo cuento con mucho más detalle, ya que su hermano con numeración terminada en 90 fue localizado en Hendaya. Cuando llegas a la última fila del panel, ya agotado, casi no se puede entender que Javi tenga números tan bajos de los dos billetes de 500 pesetas de 1940 (el número 859 de Juan de Austria y el 52 del Conde de Orgaz).

El panel 8 está dedicado a billetes de la dictadura franquista y la monarquía de Juan Carlos I. Es meramente una selección de billetes. De nuevo muchos números bajos: 1 peseta de 1945, número 18; 500 pesetas de 1946, número 27; 1000 pesetas de 1946, número 12; una pareja de 50 pesetas de 1951, números 4 y 5; y 10000 pesetas de 1985 número 10. A esto le acompañan billetes de muestra, con distintos sellos, de 1000 pesetas de 1949, 500 pesetas de 1951 y 1000 pesetas de 1957. ¿Aún te quedan ganas de ver más billetes? Porque faltan dos.

El panel 9 es el primero dedicado a los billetes de Ultramar. Los hay pequeños y antiguos, con y sin matriz, españoles y rebeldes. Destaca sin duda el precioso billete de 50 pesos de 1868 emitido en la sucursal de Matanzas del Banco Español de la Habana. La misma viñeta se usó en la emisión con formato de dólar de la década de 1870, de la que Javi expone un billete de 1 peso y uno de 3 pesos, este último bastante más raro que el primero. De la República de Cuba en Armas, tenemos 50 centavos, 1 peso y dos billetes de 5 pesos, uno emitido y otro sin firmas.

El último panel, el número 10, es otra barbaridad. Comienza con la primorosa emisión del Tesoro de la Isla de Cuba, emisiones de deuda (insisto), con forma de billetes, y que podían ser utilizados para ciertos pagos al Estado, exceptuando los de las Aduanas. Los siguientes billetes pertenecen a la emisión de 1896, 50 y 100 pesos. El primero no es raro, pero sí el segundo, nada habitual de ver. La colección Cid Pulido II echa de menos a los hermanos mayores de esta emisión (500 y 1000 pesos) que sí estaban en la Cid Pulido I. Por último, Javi expone tres billetes más de la República de Cuba en Armas, 1, 5 y 10 pesos de 1869. El de 5 pesos es difícil; el de 10, dificilísimo.

Paneles explicativos

La exposición se complementó con seis paneles explicativos de algunas de las piezas más destacadas adornadas con fotografías de alta resolución ejecutadas por Áureo & Calicó: el famoso Pick 2, contextualizado por el maestro Ramón Cobo; el billete de 500 reales del Banco de Palencia, por Ignacio Sáenz de Santamaría, experto en bancos provinciales; una de las pruebas de artista del billete de 5000 pesetas de 1938 dedicado a Fortuny, por Jaime Sanz, director at large de IBNS y experto en notafilia; el diseño de la marca de agua de 500 pesetas de 1931, comentado por Luis Herrero, comerciante apasionado y especializado en billetes antiguos españoles; las 500 pesetas de 1903, el Mercurio, por Raúl Esteban Ferro, gran persona, experto y técnico notafílico de Áureo & Calicó; y el billete de 1000 pesetas de 1937 dedicado a Carlos I, robado de los almacenes de Cartevalori, por un servidor, José Antonio Castellanos, autor de la Enciclopedia de la Notafilia y Escripofilia Española.

Presentación y colofón

Mucha gente pasó por la sala de la exposición. Billeteros y monederos compartieron comentarios, risas y abrazos rodeados de una maravillosa colección. Hacían fotografías de los billetes. Se hacían selfies con Javi, con Amadeo e incluso conmigo (borradlas, por favor, qué horror). Javi por fin estaba tranquilo, pero no podía dejar de pensar en que había que desmontar todo eso.

Y en ese momento, claro, había que presentar el evento y para eso no tuvieron mejor idea que yo fuera uno de los que iban a hablar. El otro fue nuestro querido moderador Natxo Locales, que con su habitual sorna intentó relajar a un Javi al que los neurotransmisores le estaban jugando una nueva mala pasada. Verse delante de tanta gente, emocionado por haber conseguido llevar su proyecto a buen puerto, cuando tras las palabras de sus humildes amigos y presentadores le cedimos el micrófono, Javi empezó a temblar de nervios y emoción. Mucha emoción, sobre todo, la que puso en unas palabras que empezaron explicando el origen de la colección y acabaron por agradecer y dedicar su colección a su mujer, presente entre el público, entre ostensibles y descontrolados movimientos nerviosos y lágrimas que caían como cataratas de sus ojos. Aplausos y abrazos mediante, Javi comenzó a relajarse y a disfrutar.

Lo mismo que hicimos los demás, dicho sea de paso, porque en la vorágine del montaje, del comienzo de la convención, de ordenar los libros, hacer la presentación… casi no había habido tiempo ni para saludar a los viejos amigos y conocer a los nuevos. Porque una convención, más allá del rendimiento económico que buscan los comerciantes, es realmente un momento de comunión entre personas de diversos orígenes y gustos, comerciantes, coleccionistas, estudiosos, divulgadores, todos conocidos, con amistades forjadas al fuego del metal y el tacto del papel. La comida de celebración que reunió a 70 personas, obra y gracia del gran Pepe Botella, maestro de ceremonias de la Taberna, fue el colofón perfecto para esta magnífica ocasión para reencontrarnos. Risas, chascarrillos, anécdotas, incluso miradas de amor y todo culminado por unos premios de la Taberna que homenajearon a los taberneros más activos (y a Raúl Junquera, q.e.p.d.), a la casa de subastas Áureo & Calicó por sus subastas Adell y al Cercle Filatèlic i Numismàtic de Barcelona, conmemorando sus cien años de historia.

Lo que me llevo de esta convención no es un recuerdo de un conjunto de billetes improbable de juntar, con piezas preciosas y dificilísimas, sino el sentimiento de comunidad, de amistad y un orgullo de haber podido participar en todas las etapas de esta exposición de la colección Cid Pulido II en Barcelona, rodeado de amigos.

Un rato en privado con la colección Cid Pulido

El regreso a Madrid supuso un tiempo para poder bromear en el tren con un Javi todavía nervioso y también para tener un pequeño momento de intimidad con su colección, con él al lado comentando cada pieza, cada tacto del papel, cada detalle. Es increíble la oportunidad que he tenido para disfrutar de esta enorme y magnífica colección de papelitos viejos que nos traen por la calle de la amargura. Pero, sobre todo, la oportunidad ha sido poder compartir todo esto con viejos y nuevos amigos: Pepe, Nacho, Jaime, Alex, Raúl, Luis, Santi, Carlos, Vicente, Amadeo, Aina, Carlos, Eugenio, Juan, Pedro, Alberto, Ángel, Álvaro, Juanjo, Santiago, Héctor, Fina, José… Muchas gracias a todos por ser así. Y, por encima de todos, muchas gracias a Javi por haber hecho posible esta increíble exposición y por haberme hecho cómplice de su creación y puesta en escena.